domingo, 28 de septiembre de 2014

Jarocho: Primer acto

Una declaratoria de igualdad, aquello que muchos grupos involucrados en cuestiones de derechos quisieran ver y que la mayoría de las ocasiones se confunde entre las imposiciones de cuotas a cumplir, nada que promueva una verdadera diferencia. Sin embargo, en el son marcado por un concierto de pies que imponen su ritmo sin diferencias, ahí es donde encontré la expresión de la igualdad posible entre hombres y mujeres- Esa sensación me dejó el primer acto de Jarocho, una serie de momentos en que "todos iguales" hombres y mujeres expresaban su fuerza, pasión, gracia, dedicación y belleza. Tan difícil nos resulta concebir un mundo de igualdad, donde todos y todas tengamos el derecho de elegir entre las opciones que este maravilloso mundo nos ofrece. 

Confieso que disfruté todo el espectáculo sintiendo en mi pecho el palpitar de un corazón que se bautizó Jarocho a punta de noches de luna caminadas por Los Berros o disfrutando en Los Portales, incluso en un infinito malecón que en tiempos de tormenta muestra el espectáculo de un mar revuelto como mi propia alma; pero a través y en medio de las lágrimas, los recuerdos, la añoranza y el deseo, se quedó en mi mente la magistral escena del primer acto, estudiar a bailarines y bailarinas compartiendo elementos que marcaban una consigna, este espectáculo lo hacemos todos y todas, tan importante es mi golpe de zapato como el tuyo, tan bello y gracioso el ondear de mi mano como de la tuya, este es un espacio para brillar con la maravilla del ser humano sin importar los detalles diferenciados de los cuerpos, para tu cuerpo y el mio hay posibilidades de acompañar la música y juntos haremos de ésto el arte de sacudir la tierra con nuestro ser. 


Me parece decididamente bello, magistral, con la simpleza de las gloriosas flores en primavera y con la sabiduría del fuerte oso (u osa) en el invierno. Qué más da si eres nardo o margarita, las posibilidades que se abren a nuestros pies no están determinados por la última letra de tu nombre. 

Y así me fui a dormir, así mismo desperté, sintiendo que en algunas mentes y corazones es posible concebir un mundo abierto más allá del invento aquel que nos divide.