domingo, 7 de febrero de 2016

De chile, de mole y de dulce

Hace vario días que tenía pensado visitarte, no dejaba de pasar por mi mente el venir y hablar, estar aquí, el simple hecho de estar ya me genera una calma que no puedo explicar. Quiero contarte tantas cosas, y tú, como siempre, en un silencio perpetuo, ese que me permite dejar todo lo que soy ante tu mirada libre de juicio. Aún con todo la serenidad que te envuelve, mi corazón se acelera al estar en este sitio. 
Éstos días he experimentado muchas cosas, se han puesto a prueba mi fuerza y mi entereza, al mismo tiempo he participado de las maravillas más hermosas de la vida, y por incontables momentos me he detenido a darme cuenta de que lo tengo todo. La plenitud es algo que se logra en aquellos instantes en que nos detenemos a respirar la vida. 
Como ser humano, estoy frente a uno de los retos más grandes de mi historia, vivir el presente, quedarme por sobre todas las cosas, aquí, en este lugar, en este momento, y honrar el pasado como aquello que nos ha construido, tomar lo que sirve y dejar ir todo lo queda sólo para empolvarse y hacer pesado nuestro camino, hoy estamos aquí, siendo quienes somos, no hace falta traer en el llavero la presencia de lo que ya no es, ni será. Por otro lado, cuando el pasado se hace presente, es necesario prestar atención y descubrir qué es lo que aún necesitamos de ese sitio; lo dice alguien que piensa que todo lo que hacemos o buscamos en esta vida, tiene ganancia, incluso aquello que parece hacernos daño o de hecho lo hace, la vivencia de ser víctima, también tiene sus ganancias, así que aprender a hacernos preguntas legítimas suele ayudar a comprendernos y escapar de la trampa que solemos tendernos. 
Entre pasado y presente, me encuentro también reconociendo que hay realidades en otras personas, que si lo permitimos, trastocan nuestra calma. Cuánta gente a nuestro alrededor vive situada en el pasado o en el futuro de una "fantasía catastrófica" (como me enseñaron en proceso terapéutico), y sin embargo, eso es algo que no podemos arreglar, solamente podemos decidir cómo relacionarnos con esas personas, de tal manera que no terminemos enganchados en el desafortunado mundo en que se encuentran. 
Y como siempre, todo tiene su costo, pues a veces, quienes se resuelven a vivir en el drama, el chantaje, la manipulación, el sufrimiento, la violencia y todos esos vicios, no son capaces de cuestionarse y por supuesto, son inamovibles, dueños de una razón absoluta a la que tendríamos que someternos, eso, o aprendemos a ser firmes y tomar las riendas de nuestra vida, todo, insisto, con costos, y todo será válido, así que es mejor que lo hagamos consciente y de esta manera dejamos de sufrir porque no somos monedita de oro, o niños/niñas bonitos y perfectos (a los ojos de quién), así de golpe regresamos a una realidad donde somos seres históricos, con capacidad de dar, de amar, ser generosos y virtuosos, y a la vez, con dolor, miedo y malas decisiones, y no hay una sola cosa que nos defina, somos todo eso (y más), y somos sobre todo, lo que elegimos en el presente.
Así que, o nos situamos y decidimos ahora mismo lo que realmente queremos para nuestra vida, o le seguimos jugando al pobre ciego víctima y esperando que alguien resuelva nuestra felicidad, haga lo que queremos (que a veces ni siquiera sabemos qué es) y nos ponga una estrellita que nos marque como "los mejores", siempre teniendo en cuenta que cada decisión tiene costos, para nosotros y para quienes nos rodean. 
El tema de quienes nos rodean tiene cierta fascinación en mi mente, pues veo como las personas tendemos a vivirnos como súper héroes, salvadores, que tenemos que hacernos cargo, defender, cuidar, proteger y decidir lo que es mejor para otros, porque los amamos y los queremos ver "bien" (en nuestros términos y para nuestra complacencia). Me he dado cuenta que yo he jugado ese papel en varios momentos de mi vida, logrando limitar las posibilidades de crecimiento, libertad y aprendizaje de aquellos a quienes digo amar. Permitir que una persona asuma la responsabilidad de su vida, tome sus decisiones, viva, aprenda, busque soluciones, disfrute, y tener el valor suficiente para sentirnos felices por verle ser quien es, eso es amor, tengo la fortuna de conocerlo de cerca, de ver como alguien que me ama, a pesar del dolor, renuncia a sus expectativas y miedos, y aprende, trabaja y hace lo que le toca, crece, nutre su espíritu y entonces podemos tener un encuentro de amor, a mí, por supuesto, me toca mi parte; y perdonen el exceso de ego, pero en esto de las responsabilidades, si es cada quien lo suyo, no hay otra manera, porque aquello que no puedes resolver, no es tu problema, así de simple, deja que lo resuelva (aprenda, viva, crezca, disfrute) quien puede hacerlo (así es como la vida me ha enseñado un poco de la castración). Y bueno, cuando estas del otro lado (siendo cargado), también aplica tomar decisiones y bajarse de la comodidad de ese lomo, esforzarse por el derecho a una vida y una relación diferente, cuando te preguntes "pero qué voy a hacer", siéntate con papel y lápiz en mano y anota las muchas opciones que seguro tienes, incluye las más absurdas y verás lo amplio que es el mundo. Claro, todo esto sólo y únicamente si es lo que quieren, también se vale vivir estacionado jugando a las víctimas y súper héroes, no a todos nos funciona lo mismo. 
Yo como siempre, hablando de todo y de nada, o sintiendo que así o hago. Espero que alguien encuentre algún sentido en éstas letras y si no, pues ni hablar, total ni quería ser el súper héroe de nadie XD ... 
Dejo colgado un abrazo por aquí, de esos que se pueden usar cuando se necesiten. 


Firmo Yo