Uno de esas mañanas reflexivas,
con la luz del sol deslumbrando mis ojos al conducir, me puse a pensar en esas
cosas que casi cualquiera piensa un sábado de octubre… ¿Qué será más fácil de encontrar…
el amor o un buen trabajo? El motivo de mi reflexión es bastante personal,
aunque no dudo que muchos estemos pasando por ese dilema y algunos lo hayan
resuelto ya, no sé si con arrepentimiento o con la certeza de haber tomado la
decisión correcta.
Aquella cuestión me llevó a una
nueva pregunta, dialéctica interminable de mí ser conmigo… ¿El amor se encuentra
o se hace?, llevo 27 años y 10 meses de vida, de los cuales llevo muchas, pero
muchas horas hablando con personas y el tema recurrente siempre es el amor en
todas sus modalidades, amor bueno, malo, dulce, amargo, amor gris, colorido,
amor rápido, lento, suave, duro, pasajero, eterno, amor deseado, presente,
existente, falso, verdadero, amor con ritmo, desfasado, amor a la fuerza, amor
y punto.
Parece que el amor es uno de los
eternos protagonistas de la vida del ser humano, y aunque parece estar presente
en nuestra vida, nuestros sueños, deseos, fantasías y anhelos, es casi un total
desconocido a la hora de la verdad. Si no me creen, pregunten a la persona de
junto qué es el amor, escuchen su respuesta y luego pregunten si lo vive tal
como lo describe, no, al parecer el amor tiene la capacidad de cambiar de forma
al pasar de nuestra mente a nuestra realidad.
Una de las cosas que creo ayuda a
que el amor sea algo en nuestra mente y otra cosa en nuestra vida, es que nos
han dicho que el amor se encuentra, que existe por sí mismo mágicamente muy a
pesar de nosotros, y que nos está esperando (o buscando) en algún lugar, que seguro
hay alguien perfecto para ti (o para mí o tu tía, tu hermana, tu primo, tu
mejor amiga y puede que hasta para tu perro), y si no, ahí están los dichos
populares “siempre hay un roto para un descocido” (interesante, pues roto y
descocido hacen referencia a la falta que nos hace sujetos deseantes, pero es
ponerme ya demasiado teórico).
El asunto es, que hoy por la
mañana pensaba que aunque puede ser que encontremos más química, chispa o lo
que sea con algunas personas que con otras, lo que realmente hace la diferencia
es lo que decidimos a la hora de convivir. Para empezar, la idea que cada uno
tiene de sí mismo y de lo que es una relación es la primera capa del sándwich;
siguiendo con nuestras habilidades relacionales, comunicarme, reparar,
responder, dar, pedir, recibir, darme cuenta, entre muchas más; y todo eso al
doble porque en una relación somos dos (cuando somos más la cosa se pone más compleja);
después y con todo el trabajo personal que podamos hacer, está el encuentro
cotidiano, más allá de los primeros momentos archirrequetecontraromanticos y
cursis, el día a día de una pareja o una relación es el verdadero reto,
mantenernos interesados en otro, invertir, en mí, en el otro y en la relación,
teniendo en cuenta que una inversión es algo de lo que por supuesto esperamos
ganancias, aunque a veces no sepamos leer las cifras, por ejemplo, si yo te
hago una fiesta sorpresa de tu cumpleaños mi ganancia no será quizá que tú
hagas una igual para mí, la ganancia empieza cuando surge en mí la idea y soy
capaz de disfrutar la emoción que te va a provocar lo que yo haré con mi
esfuerzo, cada paso que doy en la planeación se convierte en un verdadero disfrute,
cuándo, dónde, quién será mi cómplice, la comida, los adornos, la música; iré
planeando cada detalle y eso me dará goce; cuando finalmente llegue el momento
de gritar sorpresa, disfrutaré mucho viendo tu emoción, es probable que en
algún momento tu mirada se cargue de gusto y amor por mí y yo reciba encantado
mi ganancia; además de todo eso, puede ser que algún día tú decidas tener
conmigo un detalle, aunque eso en realidad es lo de menos.
El amor se hace, y la mano de
obra es nuestra, tanto tú como yo somos responsables de la relación que
formemos, si yo invierto en mí, en sentirme feliz conmigo, en ser quien quiero
ser y tener proyectos personales, eso me hará tener buena energía para estar
contigo; lo mismo pasa del otro lado, la idea del amor de pareja es que sea el
postre de la vida, un encuentro cuando ambos estamos nutridos, de tal modo que
nos podamos acompañar, sin que eso implique cargar.
Cargar con otra persona es muy
pesado, pensar que yo debo “hacerle feliz”, es una de las consignas imposibles
de esta vida, es soberbio de mi parte pensar que yo soy el productor y
generador de la felicidad del otro, y por lo tanto, nadie puede estar a cargo
de mi propia felicidad.
El amor lo hacemos tanto en el
momento en que tenemos un detalle para provocar la sonrisa de otro, como cuando
respiramos profundo y nos cargamos de paciencia para acompañarle en su dolor.
El amor lo hacemos cuando ponemos límites y permitimos entonces que el otro
crezca, lo hacemos también cuando aprendemos a respetarnos y a respetar al
otro, a verlo, darnos cuenta que está ahí, completo, con todo lo que es, lo que
tiene y además de eso, cuando comprendemos que los seres humanos estamos en
construcción, estamos aprendiendo, cuando nos aceptamos y aceptamos al otro
permitimos un lugar seguro para ser uno mismo y eso, eso es amor, gozar la
existencia del otro (y la propia).
Hacemos el amor cuando
identificamos algo que duele o lastima y nos decidimos a experimentarlo,
reconocerlo, trabajarlo. Hacemos el amor cuando nos disponemos a pagar los
precios que conlleva una relación, porque las relaciones tienen precio, cuántos
de nosotros nos hemos enfrentados a familias y amigos que desaprueban una
relación, decidir dar su lugar a una persona implica tal vez que otras en mi
vida se enojen, pero yo debo saber respetar tanto el lugar de mi pareja, como el
enojo de aquel o aquella a quien no le parece. Yo puedo marcar el límite
haciendo saber que si quieres enojarte está bien, yo no quiero perderte y eres
importante para mí, aquí estaré y te quiero. Me quiero también y por eso me
respeto.
El amor se hace de muchas
maneras, básicamente reconociendo y aprendiendo, practicando, compartiendo,
hacer el amor es un verbo y para vivirlo se tiene que conjugar en gerundio,
porque el amor no se hace un día y se queda hecho, el amor lo estamos haciendo
en cada momento, yo ahora lo hago, pensando en todas estas cosas que
seguramente aportarán algo a mi relación. El amor requiere como todo,
mantenimiento constante, primero cada cual de sí mismo y luego del encuentro,
qué pasa cuando somos nosotros, cómo somos nosotros, qué hacemos juntos, qué no
hacemos, cómo lo hacemos.
El amor vive en nuestra mente de
una manera, muchos tenemos ideas de cómo debería de ser el amor, lo que no
sabemos es que los encargados de darle esa forma somos nosotros mismo, yo
trabajaré en mí para ser feliz y ser una buena pareja, esperando que tú (todos
los tú de afuera) trabajes en ti mismo/misma para ser feliz y ser una buena
pareja y así un día nos encontraremos y podremos acompañarnos sin cargarnos,
amarnos sin atarnos, tocarnos sin lastimarnos y muchas cosas más. La idea de
hacer el amor juntos es emprender esa aventura que es la vida y hacerlo con la
posibilidad de compartir, es aprender a vivir esa experiencia diferente que es
estar con otro, sin dejar de saber estar conmigo.
Yo quiero hacer el amor con
alguien que se anime a invertir, quizá el encuentro deba tener de requisito
básico (en mi caso particular) ese detalle, yo sólo podré hacer el amor con
alguien responsable y que quiera hacer amor…
Tú, ¿Cómo haces el amor?