viernes, 7 de diciembre de 2012

Eres la diferencia entre cerrar los ojos y soñar

Tres taza de café en un termo, tres sobres de sustituto de azúcar y un cúmulo de crema en polvo, ese es el combustible de un pecho que retumba como un amplificador de gran potencia, quien lo escuche podría pensar que estoy a dos segundos de morir, pero lo cierto es que llevo así más de una hora. Mis ojos bien abiertos y mi mente completamente alerta deseando descuidarse para ver aparecer la magia. 

Me siento frente a la pantalla sin poder concentrarme, mi deseo se cruza con mi razón, mi deber con aquel loco impulso de salir tras un improbable sueño. Tengo en las manos concentradas las palabras que pueden bien cambiar mi vida, tengo media hora respirando para evitar que mis anhelos se trepen en un globo aerostático y se vayan varios kilómetros arriba en el mapa. 

Sin duda soy la figura de cualquiera que haya caminado con una guitarra en la espalda deseando que eso lo convierta en buen músico, soy el ritmo de la canción que bailas en tus sueños, mientras que al despertar soy un visaje de tinta permanente que intentas borrar del fondo de tu memoria. 

Tú eres el encuentro que tengo cada día con el mar, eres el rojo sol de la sabana y la esencia del amor puesta en un pequeño frasco sellado que yo mismo coloqué en lo más alto del armario, muy fuera de mi alcance pues al bajarme destruí la escalera que servía de puente entre mi realidad y mi deseo. Eres la ráfaga de viento que provocas con tus largas pestañas al cerrar los ojos, y la sombra de un cerro cuando llego a la cama por la noche. Eres espuma, burbuja de jabón, eres la mayor parte del tiempo como la h, aunque tu sonido en mí esté siempre presente. Eres la diferencia entre cerrar los ojos y soñar, eres mi estrategia para sobrevivir, la llave del cajón donde escondí el secreto para amar y ese final feliz que existe en mis noches de insomnio. 

Yo soy el que te escribe, el que te canta, te piensa y a veces el mismo que te dibuja con su aliento en el aire, soy la mitad de lo que era cuando fui contigo, más la mitad de lo que estoy siendo ahora que no somos más. Soy la estrella que te mira fijamente cuando te detienes por la noche y en el día soy la nube que se forma con el llanto que aguarda en mi alma para llorarlo contigo. 

Somos totalmente otros y nosotros mismos, somos tu y yo cada uno envuelto por un mundo de duendes gigantes y sirenas mudas, somos la verdad de una mentira que late dentro de las paredes con que se erige un edificio burocrático. Somos lo que hay en el fondo de la olla, eso que sólo la cuchara sabe, lo que aparece cuando los ciegos pueden ver las quince patas de una serpiente, somos todo, somos un agujero negro en el centro de la tierra, todo aquello que está fuera de lugar y lo que de su lugar jamás se ha movido, somos el ejemplo del destino y de todo aquello que no estaba planeado, somos el altar de un ser amado, el ritual de lo olvidado, la caja donde vive mi arrepentimiento y la indisoluble necesidad de un eterno abrazo.