viernes, 27 de marzo de 2015

Sobre aquello que pierdes antes de encontrarlo... .

Surge tras la cortina el deseo aquel de la locura, de la ceguera, de contar con una máquina del tiempo y poder viajar al pasado para no hacer o hacer o deshacer o al futuro para comprobar si la esperanza no es sólo el mito que nos sostiene mientras todo se derrumba. 
Es tan fácil quitar la pieza clave de los sueños y hacer que todo se desmorone, a veces parece que sólo debemos elegir qué tanto prolongar la llegada del dolor, siempre con la consigna que entre más esperamos más serán los intereses a pagarle a la vida. 
No decidir, es decidir y actuar lanzándote en picada hacia el abismo puede parecer precipitar lo inevitable. Pensar en esperar y que algo mágicamente te salve, es acumular el daño y colgar el alma de un caliente fierro que dolerá a ojos abiertos y cerrados. Fácil no es. 
Ante la desventaja de no conocer el futuro, caminamos tomando de la vida lo que aparece en el presente, y lo perverso está en todas partes espiando con una sonrisa que grita en silencio todo lo que hemos de pagar, te asoma las maravillas de la vida y te las quita de las manos diciéndote que jamás podrás tenerlas porque tienes deuda con el mundo. 
Luego despiertas y no sabes dónde estás... 

martes, 17 de marzo de 2015

El espacio de lo que "no" existe

... Y de pronto fuego y tierra, desconcierto de algas posadas en esas diminutas cavernas... a dónde van las aves cuando ya han comido, cuando no necesitan migrar más, cuando en esencia no hay destino, a dónde va mi alma cuando pienso, cuando siento, cuando desaparece el mundo en ese segundo que dura cual eterna y dulce condena. 
No iré a sitio alguno y volaré a todas partes, jamás veré algo distinto a la variedad maravillosa de todo lo que existe en este mundo y el que sigue. No me es posible quitar el candado que se ha caído de mi prisión eterna, este universo interminable donde andar y encontrar de vez en cuando un pequeño paraíso. 
Quien se atreve en dos segundos a desarmar el mundo, quien a borrar las huellas de lo innegable, de la leyenda que todos hemos conocido, de aquello que trasciende a voces, sólo aquel será capaz de desaparecer el momento en que el cielo se pinta perfecto, brillante y oscuro, mortal y seguro. 
Esta paradoja efímera del tiempo en que puedo ser y al mismo tiempo nada es menos imposible, y finalmente, a dónde van las gladiolas que no hacen más movimiento que un breve vaivén cuando las cautiva el viento, a dónde las rocas que sólo se dejan ir en pequeñas partes para formar el cañón que cada tres horas parte mi alma en dos o en cuatro si así lo demanda alguna voraz sirena.
Qué más tengo para decir en este hora de nada, hablando sobre todo lo que puede existir en los momentos inexistentes y viceversa, sobre todo lo segundo. Nada, nada más diré que no pueda ser gritado en el entero mundo de los sordos a medida, y pediré que no me sea devuelto jamás, y menos ahora, ese poder  de teñir las nubes del color que ven mis ojos. 
No hay conclusión alguna posible para lo que no se ha dicho, ni guarida para refugiar a quien no ha escapado, no hay palabra perfecta para decir lo que escribe una mirada, ni rayo de sol que avive lo que al final una sonrisa, y todo pasa, todo se queda en la fracción de segundo que es posible, y baja la vista y sin saberlo, hemos transformado de inmediato aquello en magia que no será.