jueves, 3 de noviembre de 2016

Fuego y cabello blanco

En realidad nadie supo nunca su edad, desde que todos recordamos ella era una mujer mayor, una anciana. Todos la vimos siempre con el pelo blanco, largo, trenzado; era bajita y robusta, más bien fuerte, pero la fuerza que se le veía es ese tipo de fuerza que te da el transitar por la vida. Su paso era firme y sereno, cansado en los últimos tiempos, su voz tenía tantos colores que parecía estar habitada por muchas personas, hombres y mujeres de todas las edades, no era particularmente cariñosa, pero sabía querer con las cosas que hacía, quizá no te daría un abrazo si estabas triste, pero podía darte un buñuelo doradito y dulce que irremediablemente te haría sonreír y sentirías una caricia en el alma.
Su sabiduría estaba en las cosas simples de la vida, el quehacer cotidiano, comprendía muy bien que a las cosas hay que dedicarle tiempo y energía para que crezcan y permanezcan, y eso hacía, cada rincón y cada actividad necesaria en los cuidados de la casa tenían destinado su momento, pues ella sabía que no se debe barrer y cocinar a la vez, el polvo se levanta y contamina, y además, a la comida hay que darle un cuidado especial, la comida es la vida, por eso podías verla durante mucho rato parada frente a la cacerola que estaba en el fuego meneando con una palita de madera lo que estuviera preparando, podrán imaginar que hacía un chocolate excepcional, con una sola taza podías sentir como se reparaban en tu pecho heridas pasadas, tristezas profundas. Sus consejos solían sentirse duros, cuando te hablaba sobre algo, dejaba tu cabeza resonando sin poder evitarlo, era certera, tanto que asustaba, y sin embargo, todo lo cerraba con "pero tu sabrás" o algo parecido, una de esas frases que te hacen sentir que hay opciones y que sin importar qué parezca lo correcto, siempre hay más opciones y las puedes tomar, solo deberás comprender que habrá un costo por cada decisión.

Cierro los ojos y puedo verla moviendo la comida, con el fuego bajo la cacerola y la leña ardiendo sin parar, puedo verla habitando dentro de mí, levantando la vista para reconocernos cada tanto, puedo verla anunciando que nada es para siempre, que debemos elegir para qué queremos la vida, el tiempo que nos queda, ese tiempo incierto, ese que a veces pensamos eterno y que suele pintarnos a la cara la realidad. Puedo verla sintiendo compasión por mí, por mi torpeza, por los momentos en que un corazón desbocado me arranca pedazos de vida, momentos de amor; puedo verla sanando mis heridas con esa mirada que me dice que sabe que volveré con más.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Agujeros perpetuos

En aquello de la magia las cosas desaparecen sin destino, existen sin previa gestación, se dan y se quitan, los vacíos se llenan de manera espontanea, y todo lo que existe puede ser cuestionado por incrédulos sentidos. Para hablar de magia hay que hablar de ilusión, hay que construir un muro impenetrable con blancas y suaves plumas, hay que saber convertir en agua en papel, el papel en paloma, la paloma en mensaje y el mensaje en polvo de estrellas... 
Y es pensando en la magia que me encuentro ahora conociendo los agujeros perpetuos, esos espacios imposibles de llenar, esos lugares donde, sin importar lo que existe, siempre falta, es el hueco de las almas donde versa la frase "que no me falte la falta", quizá porque nunca nos dijeron cómo se estaba completo, cómo era posible (si es que lo era) aquello de la plenitud, y así, aprendemos a escarbar para encontrar el faltante de cada cosa, de cada sitio, de cada persona, de cada lugar, de nosotros mismos, de las nubes, del aire, de los rayos del sol, sabemos magistralmente pintar el vacío, de un delicado soplo podemos desatar la tormenta que lo convierta todo en ausencia, y nos volvemos náufragos en el destino donde inicialmente había un tesoro... 
Y la noche en que me siento a vivir esta realidad sin sentido, es la misma noche que miro de frente a los ojos de una estrella, si, los ojos he dicho, porque si hay en la vida toda clase de incongruencias, hay en mi mente la realidad que se me antoje, y con eso, con eso quizá pueda por fin llenar el vacío, terminar la misión, cumplir el requisito; con eso tal vez pueda dormir tranquilo y soñar que un día podré existir completo. 

viernes, 8 de julio de 2016

El terreno de lo irreparable

Así... como niños pequeños tomamos las "cosas" en nuestras manos y las aventamos por diversas razones, porque se resbalan en dedos torpes, para ver el efecto de la caída, porque no sabemos hacer nada mejor con ellas, así... como niños o quizá como adultos torpes, como seres obligados a aprender sobre la marcha mientras vamos pisando y rompiendo todo a nuestro paso, por no saber, por no querer, por no poder... Así es como un día ponemos un pie en el terreno de lo irreparable, en ese sitio sin vuelta atrás, en ese borrador puesto en escena sin oportunidad de afinar detalles. Así decimos, así escuchamos, así juzgamos, dictamos sentencia y condena, así rompemos corazones (incluido el que llevamos en el pecho), así matamos amores, esperanzas, amistades, ilusiones, así como así, "nomás viviendo". 
Así también somos la cosa aventada al piso por otro niño, y nuestro corazón se estrella contra el suelo y estalla en mil pedazos, a veces sana, a veces, aprende, y otras veces se pierden los pedazos que han salido volando por todas partes. Así todos, así todas, así juntos y a solas, así vamos sin tregua en esta vida de ensayo, "ojalá lo hubiera hecho diferente", "ojalá no lo hubiera hecho", "ojalá hubiera sabido que esa no era la respuesta correcta, la esperada", "ojalá hubiera podido leer tu mente y pensar como tú para saber exactamente qué hacer...". Todos esos son deseos de los corazones mientras aman, mientras se encuentran con la vida haciendo su mejor posible, esa "buena idea" que resultó ser lo peor que pudimos haber hecho, y así... algunas veces, se rompe lo que vuela y quien lo lanza, y nos vemos a oscuras intentando juntar los pedazos de una vida que no ha podido ser perfecta, ni para mí, ni para ti, ni para cualquiera en el mundo. Vemos nuestro libro lleno de tachaduras, con hojas arrancadas de nuestra memoria, con todas las veces que nuestra pluma dejó de pintar, y en medio de todo, la vida sigue, nada ni nadie se detiene a esperar a que aprendas, el precio se tiene que pagar por los errores cometidos y eso no tiene remedio. Quizá los bancos sean más indulgentes con las deudas que nosotros con el prójimo o con nosotros mismos, pero lo que hacemos es tomar aquel pedazo suelto de la vida de alguien como mazo y dar o darnos con todo, como si no hubiera un mañana... 
Así nos encontramos, juntando las piezas que alcanzamos a recuperar del suelo para ver qué figura logramos armar y eso le llamamos otro, y en el terreno de lo irreparable queda fijado con mayor facilidad cualquiera de nuestros errores, todo lo dicho en los momentos duros, todas las balas que se soltaron cuando no pudimos contener el arma dentro de nosotros, cuando perdimos el control, cuando no tuvimos "la mejor manera" o nuestra mejor manera no fue suficiente, no fue lo que se necesitaba o esperaba, así nos quedamos pisando en el aire, rotos y llenos de rencor, llevando el expediente de lo sucedido, abriendo el archivo para encontrar la manera de ir cada vez más profundo a esa tierra donde habita el dolor de los golpes de la vida, no los que sirven para aprender, sino aquellos que la hacen de suelo donde han de azotar nuestras mejores intenciones y nuestras peores estrategias. 

miércoles, 8 de junio de 2016

La pluma del destino

Caía la noche y unas gotas de lluvia golpeaban el piso y las ventanas como si alguien estuviese aventando algo desde lo alto, eran gotas gruesas, de esas que caen muy separadas unas de otras, así que tardé un poco en distinguir si realmente llovía. Los relámpagos y truenos anunciaban la primera tormenta de temporada de lluvias. Yo... yo no dejaba de pensar en la existencia del destino. Esa vez no era algo romántico, era pensar en el destino como esa sentencia que escribimos para nosotros mismos, como aquello que guardamos en el fondo de nuestro ser, cosas que a veces olvidamos o no alcanzamos a ver porque quedaron ocultas, incluso para nuestros ojos, nuestra mente y nuestro corazón. 
En eso andaban mis pensamientos, cuando de pronto imaginé que no podíamos escapar de aquello que debíamos aprender, que las situaciones quizá serían por siempre las mismas y que la verdadera revolución, aquello que podía romper con la sentencia de un destino, era la posibilidad de transformarnos dentro, dar el salto, salir disparados de aquel círculo en el que parecíamos estar atrapados permanentemente y que se repetía en nuestra vida como una condena. 
Muy revelador... casi inspirador... hasta que te preguntas "cómo"... cómo se supone que escaparé de mí mismo, de mis miedos, de mis ideas, de mi dolor, de mi rencor, de todo lo añejo que se ha sembrado en mi historia, cómo sanaré las heridas viejas y dejaré de hacer nuevas con las fantasías que habitan mi mente. La verdad es que no lo sé, por ahora sólo me siento atrapado en un ir y venir de situaciones que se miran conocidas, que quizá son diferentes o que puede que se agudicen con el tiempo, no sé cómo voy a hacerlo, pero tengo muy claro que debo empezar... 

miércoles, 27 de abril de 2016

El último café

Siempre queda espacio para un último... no importa lo que sea, pero siempre existe. La vida me ha enseñado que nunca hay segundas oportunidades, que la oportunidad siguiente es nueva o no existe, es el mismo principio del río que es y no es el mismo. La vida tiene sus rayas, sus acordes, sus aromas y los viajes que cada uno hace dentro del misterioso laberinto del tiempo que nos habita.
Frecuentemente recuerdo esa película donde una persona era en realidad el personaje de una historia que alguien más escribía o quizá aquel personaje era en realidad una persona, el asunto es que quisiera saber de qué mano salen las letras que describen los caminos que tomo a cada paso, lo que acomoda y desacomoda mi mente, lo que me da ese incierto toque de locura y el descosido perfecto para andar de interesante por la vida.
Esta noche, ni siquiera es de madrugada, ni siquiera tengo excusa, no tengo razones, no tengo nada más que los restos de un café que me transporta, suficiente para una taza, una taza que bien pudiera ser veneno o el más fino de los licores, pero no, es café, porque así de simple resultan ser las cosas.
Un ser humano cualquiera no sabe reconocer el ardor de una herida, no sabe, no entiende y no concibe lo que se siente la caricia del fuego del infierno, tampoco ha vivido un sólo día en el paraíso ni ha comido fruta prohibida que le destierre del mismo bajo el castigo de un Dios, a fin de cuentas, el que sea.
Yo en cambio, me paro desde hace más de 20 años a mirar las estrellas y pedirle un par de cosas, ninguna de ellas concedidas, porque cuando uno tiene un destino, los deseos no interesan o quizá son esos deseos parte de la lección, aceptación, el reto de la ambición del hombre.
Voy en este instante a preparar café... quizá porque con el pretexto del deber quisiera provocar un insomnio que me libre de cualquier pesadilla o quizá porque auténticamente quisiera resolver los pendientes de diario para mañana amanecer perdido en un sueño y tener el derecho de quedarme.

domingo, 7 de febrero de 2016

De chile, de mole y de dulce

Hace vario días que tenía pensado visitarte, no dejaba de pasar por mi mente el venir y hablar, estar aquí, el simple hecho de estar ya me genera una calma que no puedo explicar. Quiero contarte tantas cosas, y tú, como siempre, en un silencio perpetuo, ese que me permite dejar todo lo que soy ante tu mirada libre de juicio. Aún con todo la serenidad que te envuelve, mi corazón se acelera al estar en este sitio. 
Éstos días he experimentado muchas cosas, se han puesto a prueba mi fuerza y mi entereza, al mismo tiempo he participado de las maravillas más hermosas de la vida, y por incontables momentos me he detenido a darme cuenta de que lo tengo todo. La plenitud es algo que se logra en aquellos instantes en que nos detenemos a respirar la vida. 
Como ser humano, estoy frente a uno de los retos más grandes de mi historia, vivir el presente, quedarme por sobre todas las cosas, aquí, en este lugar, en este momento, y honrar el pasado como aquello que nos ha construido, tomar lo que sirve y dejar ir todo lo queda sólo para empolvarse y hacer pesado nuestro camino, hoy estamos aquí, siendo quienes somos, no hace falta traer en el llavero la presencia de lo que ya no es, ni será. Por otro lado, cuando el pasado se hace presente, es necesario prestar atención y descubrir qué es lo que aún necesitamos de ese sitio; lo dice alguien que piensa que todo lo que hacemos o buscamos en esta vida, tiene ganancia, incluso aquello que parece hacernos daño o de hecho lo hace, la vivencia de ser víctima, también tiene sus ganancias, así que aprender a hacernos preguntas legítimas suele ayudar a comprendernos y escapar de la trampa que solemos tendernos. 
Entre pasado y presente, me encuentro también reconociendo que hay realidades en otras personas, que si lo permitimos, trastocan nuestra calma. Cuánta gente a nuestro alrededor vive situada en el pasado o en el futuro de una "fantasía catastrófica" (como me enseñaron en proceso terapéutico), y sin embargo, eso es algo que no podemos arreglar, solamente podemos decidir cómo relacionarnos con esas personas, de tal manera que no terminemos enganchados en el desafortunado mundo en que se encuentran. 
Y como siempre, todo tiene su costo, pues a veces, quienes se resuelven a vivir en el drama, el chantaje, la manipulación, el sufrimiento, la violencia y todos esos vicios, no son capaces de cuestionarse y por supuesto, son inamovibles, dueños de una razón absoluta a la que tendríamos que someternos, eso, o aprendemos a ser firmes y tomar las riendas de nuestra vida, todo, insisto, con costos, y todo será válido, así que es mejor que lo hagamos consciente y de esta manera dejamos de sufrir porque no somos monedita de oro, o niños/niñas bonitos y perfectos (a los ojos de quién), así de golpe regresamos a una realidad donde somos seres históricos, con capacidad de dar, de amar, ser generosos y virtuosos, y a la vez, con dolor, miedo y malas decisiones, y no hay una sola cosa que nos defina, somos todo eso (y más), y somos sobre todo, lo que elegimos en el presente.
Así que, o nos situamos y decidimos ahora mismo lo que realmente queremos para nuestra vida, o le seguimos jugando al pobre ciego víctima y esperando que alguien resuelva nuestra felicidad, haga lo que queremos (que a veces ni siquiera sabemos qué es) y nos ponga una estrellita que nos marque como "los mejores", siempre teniendo en cuenta que cada decisión tiene costos, para nosotros y para quienes nos rodean. 
El tema de quienes nos rodean tiene cierta fascinación en mi mente, pues veo como las personas tendemos a vivirnos como súper héroes, salvadores, que tenemos que hacernos cargo, defender, cuidar, proteger y decidir lo que es mejor para otros, porque los amamos y los queremos ver "bien" (en nuestros términos y para nuestra complacencia). Me he dado cuenta que yo he jugado ese papel en varios momentos de mi vida, logrando limitar las posibilidades de crecimiento, libertad y aprendizaje de aquellos a quienes digo amar. Permitir que una persona asuma la responsabilidad de su vida, tome sus decisiones, viva, aprenda, busque soluciones, disfrute, y tener el valor suficiente para sentirnos felices por verle ser quien es, eso es amor, tengo la fortuna de conocerlo de cerca, de ver como alguien que me ama, a pesar del dolor, renuncia a sus expectativas y miedos, y aprende, trabaja y hace lo que le toca, crece, nutre su espíritu y entonces podemos tener un encuentro de amor, a mí, por supuesto, me toca mi parte; y perdonen el exceso de ego, pero en esto de las responsabilidades, si es cada quien lo suyo, no hay otra manera, porque aquello que no puedes resolver, no es tu problema, así de simple, deja que lo resuelva (aprenda, viva, crezca, disfrute) quien puede hacerlo (así es como la vida me ha enseñado un poco de la castración). Y bueno, cuando estas del otro lado (siendo cargado), también aplica tomar decisiones y bajarse de la comodidad de ese lomo, esforzarse por el derecho a una vida y una relación diferente, cuando te preguntes "pero qué voy a hacer", siéntate con papel y lápiz en mano y anota las muchas opciones que seguro tienes, incluye las más absurdas y verás lo amplio que es el mundo. Claro, todo esto sólo y únicamente si es lo que quieren, también se vale vivir estacionado jugando a las víctimas y súper héroes, no a todos nos funciona lo mismo. 
Yo como siempre, hablando de todo y de nada, o sintiendo que así o hago. Espero que alguien encuentre algún sentido en éstas letras y si no, pues ni hablar, total ni quería ser el súper héroe de nadie XD ... 
Dejo colgado un abrazo por aquí, de esos que se pueden usar cuando se necesiten. 


Firmo Yo