miércoles, 4 de marzo de 2020

Algodón de Azúcar

Un algodón de azúcar rosa y esponjoso es lo que viene a mi mente cuando pienso en escribir de nuevo, quizá sea por lo dulce y mágico que resulta ser algo tan sencillo. 

Por qué he dejado de escribir, no lo sé, por la vida supongo, por el tiempo o por el proceso en que mi vida interior se ha simplificado; o tal vez, porque he dejado de leer poesía, eso debe ser, las letras siempre alimentan a las letras y lo que se consume se produce hasta lograr un ciclo que se sostiene sólo si lo alimentamos. 

Más allá de toda reflexión sobre escribir o no, pasando esa montaña y librando el sendero de toda resistencia, ahí se encuentran las pasiones, los nudos, el baile de los espíritus que conmocionan la piel y la mente, pero, para qué conmocionarse si un globo no necesita volar por los aires para ser, uno ve un globo, incluso desinflado, y sabe lo que es, sabe su potencia, puede llenarse con aire, atarse, pegarse con cinta, amarrarse con otros globos o a otra cosas, puede llenarse con helio, amarrarse con un hilo o dejarse volar en una libertad sin sentido, puede finalmente reventarse y durante todo ese tiempo y a través de todos esos estados, no ha dejado de ser un globo. 

¡Qué experiencia tan diferente ser un globo y vivir! A vivir se le dan tantos sentidos que resulta que un ser vivo puede no vivir y no estar muerto al mismo tiempo. ¡Qué complejidades es capaces de creer el ser humano! Me pregunto en qué querríamos transformarnos si tuviésemos la oportunidad de hacerlo, aunque sea por momento, estoy plenamente seguro de que algunos días quisiera ser una roca, me resulta infinitamente atractivo y lo primero que ha venido a mi mente, lo que surgió así, natural, sin forzarlo, una roca, punto. Ahora que lo digo, un punto también, ser el descanso de una frase, el final de otra, lo que da sentido sólo al estar colocado, un punto que puede existir más allá de un texto, pero que siempre, donde lo pongas, va a causar algún efecto, incluso si aparece solo en una hoja en blanco, en algún lugar escuché que "el libro de nuestra vida no cobra completo sentido hasta que llega al punto final" (o algo así), pretencioso, pues no sé realmente si los libros de la vida cobren sentido en algún momento, y además, sentido para quién, para qué. 

Y esto es lo que ha estado sucediendo, mi mente, mi ser, mis días, mis pensamientos, mi sentir, yo, me he simplificado, quizá porque he pasado aquellos tiempos apasionados y arrebatados donde vivir parecía cobrar sentido volviendo todo una locura, incluso las clases en las que pasaba una hoja a mis compañeros donde pedía que pusieran una frase para hacer un cuento juntos, no sé por qué me seguían la corriente, quizá porque de pronto hacía sonar el pato verde que colgaba como llavero en mi mochila y la clase cambiaba de tono. No lo sé, pero sé que he amado, que amo y que nací así y aunque sea una roca que hace algodones de azúcar, así voy a morir (creo). 

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