miércoles, 3 de mayo de 2017

Soledad enséñame

Soledad enséñame a amar el silencio y a convivir con los ruidos de mi interior, enséñame a sentir mi corazón y escuchar su voz con claridad y sin temor. Soledad, tú que tantas cosas sabes y conoces del mundo y de mí, enséñame a caminar en los oscuro de la noche y a respirar el verde de los campos; enséñame a reír y a llorar como si ambas experiencias fuesen divinas; enséñame a leer convirtiendo en escenario perfecto cualquier rincón del mundo, enséñame lo realmente valioso de la vida; a caminar descalzo, a beber agua fresca, a dibujar en el aire y en la tierra. Soledad, tú que guardas en tus entrañas la sabiduría de todos los tiempos, enséñame a ser libre, a no esperar, a vivir el tiempo único, ese minuto en el que estamos. Soledad, enséñame por favor a sonreír sin reservas, a cantar sin vergüenza, a extender la mano firmemente. Enséñame también a respirar profundo, a vivir los insomnios como noches de aventura, enséñame la música de la melancolía, el secreto de los momentos de alegría, enséñame la gracia de la ira y la bondad de mis temores. Soledad, tú que lealmente me acompañas, enséñame a escapar de la amargura, a compartir mi buenaventura, a construir en mis tiempos libres, castillos en el aire, y enséñame a comprender lo que son y a no sufrir cuando se deshagan entre mis dedos. Soledad enséñame, nunca dejes de enseñarme, nunca dejes de acompañarme en esas horas en las que somos tú y yo sin remedio, porque así estamos todos hechos, un poco de magia y un poco de ti.