domingo, 9 de junio de 2013

Café anónimo

En un intento de escapar a crear una nueva realidad me puse de pie, al instante me sentí descalzo y volví a caer sobre la cama sólo para buscar calcetines y zapatos, más rápido que nunca estuve listo para marcharme. Apresuré el paso y agilicé mi mente para buscar las llaves, fuera candados fui un milímetro más libre. Tan sólo iba en busca de un café anónimo, un lugar dónde encontrarme, dónde crearme, dónde ser y estar conmigo. Colgado del hombro llevaba mi armamento, una bolsa con cuaderno, tizas, plumas, colores, un poco de todo, menos goma para borrar pues iba dispuesto a errar y transformar en arte mis fallas. Era una extraña soberbia la que me invadía, algo que me hacía sentir que podía sublimar mi humanidad, mis debilidades, mis azules confusiones, simplemente necesitaba pintar el paraíso y de un salto perderme en sus formas, colores y texturas. 

Por fin, después de abordar el tren, llegué a un sitio que se me antojaba perfecto, pintado de naranja y sin muros ni ventanas, con las mesas sueltas como si fueran parte del equipaje de un vagabundo, ahí me quedé, dispuesto a todo, al café, a los sonidos, a las ausencias, al sol, a la luna y si se prestaba, incluso a la lluvia. 

Café servido y pluma en mano, nada pude más que ceder a formar el suculento cuerpo de una D que iniciaría hablando de deseo, con las palabras puestas en papel me fui haciendo realidad, la vida empezó a hablarme, el nudo en mi garganta fue cayendo a mis pies y al poco me di cuenta que era líquido y salado. Después de algunas letras, el verde de una selva enmarcó mi viaje al lugar dónde mi alma ha estado y mi cuerpo no alcanza a llegar. 

Me vi claramente, atado a las expectativas de un mundo que no se interesa por el amor y la felicidad, y al encontrarme ahí sentí compasión, sentí dolor y me abracé con la tibieza del bronce diluido, me animé con amarillo y verde danzando y me ofrecí el coraje y la pasión del rojo más encendido que encontré; poco después descansé mis emociones en varios matices de azul, busqué estabilidad en café que respondía al calor que llenaba mi cuerpo 

Suspiré y al darme cuenta que mi creación seguía atada al mismo mundo del que intentaba escapar... la dejé para tomar una nueva hoja. 

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