miércoles, 7 de octubre de 2015

Disertaciones de mercado y amor

Tantas cosas he pensado últimamente, tantos momentos en los que he deseado el espacio íntimo con las letras para poder contarles el cúmulo de ideas que atropellan mi cabeza cada día y hacen el embotellamiento creando horas pico cada vez que se les da la gana. Tantas son, que terminaré, como siempre, haciendo el más burdo resumen de mí mismo. 
Discurrir por ejemplo sobre el amor y la salud mental. En el escaparate en el que nos paramos todos, unos más locos que otros, con un cuerpo que de entrada define parte importante de lo que somos y seremos a cada paso, cómo es posible hablar de amor cuando el mercado ha construido el producto, como todo lo que bien vende, inalcanzable. El precio del amor es la renuncia a toda autenticidad, el amor comercial requiere productos hechos a la medida de los sueños que venden los medios, que compra la madre, la tía, la hermana, el padre, la abuela, el hermano, el tío, el vecino y hasta algún mal elegido amigo o amiga que haya resbalado sin remedio en la casa del jabonero de nuestros tiempos. 
Hay que ser perfectos, felices, exitosos, pulcros, intachables, de una ética y moral incuestionable, hermosos por dentro y por fuera, sanos mentalmente, tener el más alto nivel de rendimiento para vivir y amar, el mejor amante, aquel que puede satisfacer todas las necesidades, físicas, sexuales, estéticas, sociales, emocionales, relacionales, comunicaciones, etc., del otro, de ese otro que por supuesto se siente exigido a lo mismo y ambos (los dos, el uno y el otro) sabiendo al verse al espejo que jamás se ha de encontrar ahí el producto anhelado, "yo no soy suficiente", es la consigna de esta era. Suficiente para qué diría yo... pero yo soy un ente que piensa (porque así me lo enseñaron) que en esta vida hay que hacer lo que a uno le "nazca", una sencilla traducción estaría relacionada con aquello de "lo que se de la chingada gana", pero el concepto de nacer me gusta más, imagino algo que emerge como resultado del juego de elementos auténticos y personales y que se decide en el segundo que levantas la mirada y esbozas una leve sonrisa que le dice al mundo que hay algo que estas dispuesto o dispuesta a hacer. 
A estas alturas del texto, creo que bien merece separar las ideas, de otra manera, van a llevar a las lineas en las que mi lenguaje, pleno de entusiasmo puede confundirse con esquizoide y nada pueda terminar de bien, yo encerrado y ustedes no sé si confundidos, perturbados o comiendo directo del bote de nieve, para cualquier caso, evitemos el conflicto por esta ocasión y dejemos que la mente acelerada respire, el antagonista del café empieza a colgar diminutos yunques en mis párpados y un onírico mundo se dibuja en el espacio que queda entre cerrado de mis ojos. 
Así que sucumbiré... y como dicen en algunos lugares. la dejamos pa' la otra...  





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