lunes, 21 de septiembre de 2009

El cómodo abismo


Jamás imaginé los tremendos dolores que ocasionaba la comodidad, hasta que un día, después de caer en la trampa de la oferta perfecta salí de la tienda con un ticket que me hacía acredor a un colchón, uno de esos gigantes donde cabe (o cabía en mis tiempos infantiles) toda la manada de hermanos y sobirnos que se juntaban en vacaciones a ver películas toda la noche... en fin que colchón (virtual) en mano llegué a mi casa entusiasmado por finalmente hacer algo con ese brazo que colgaba todas las noches y que me estaba produciendo un malestar crónico en el hombro y el cuello... Antes de acomodar el colchón donde sería su lugar, por falta de bases (de las de madera no de las ideológicas o argumentativas), lo dejamos en la sala y empezamos a dormir ahí... todo iba bien, excepto que todos los días amanecía con dolor de espalda por estar maniobrando toda la noche con semenajte terreno al que mi cuerpo no se acostumbraba.. además. permitanme agregar que si el colchón es ksz y la cobija sigue siendo individual la falta de congruencia ocasiona más problemas que la falta misma de terreno... Los dolores de espalda eran soportables, pero una mañana, una mañana con el colchón aun en la sala se produjo en mi ser el dolor más predecible que uno pueda pensar después de que una tía le dijo que para las parejas son mejores los colchones pequeños... y es que ya para sumarse a toda la serie de episodios que me matan de miedo (como el sonido de telefonos celulares o de los teclados o incluso de los autos o el msn), esa mañana vi que estabas del otro lado del infinito (cuestión de percepción matutita y somnolienta del autor) colchón... en ese momento se produjo el dolor más absurdo y más infantil al que se puede atender una mañana cualquiera de lunes... dicho esta de paso que la escena fue la perfecta metáfora de mi fantasma dentro de poco tiempo, cuando lo infinito sea cruzado en avión... Feliz Vi(d)aje !!!!!!!

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