lunes, 18 de abril de 2011

Tú, la elegida, la brillante sonrisa que se ha quedado en mi mente... Tú con esos ojos que repaso cual tarea escolar... Qué hago yo pensando en ti a todas horas... Qué hago tan lejos de ti justo ahora... Si un abrazo tuyo es el lugar que quiero para terminar mi vida, si tu voz es el llamado que mi alma necesita... Imploro al cielo tu presencia, porque hay muchos minutos en el día en que siento lo que jamás he querido declarar, que no puedo, ni podré vivir sin ti... Y mi sentimiento se vuelve tímido dudando si acaso pensarás en mí, si mirarás a tu puerta dibujando con tu mente mi silueta, tal como me sucede a cada paso... Son estos arrebatados látidos de mi corazón los que no me permiten ordenar las ideas, los que empujan a mi cuerpo a buscarte, los que gritan mi innegable verdad... Esta noche saldría gustoso mi espiritu a buscarte, pues nada puede ya darle la paz mientras te encuentres lejos...

No se puede hacer poesía cuando el sentimiento es restringido, no se puede hacer poesía embarrados de miedo de nosotros mismos, no se puede, ni se podrá hacer poesía mientras plantemos una muralla entre nuestro latir y las musas...

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