lunes, 9 de agosto de 2010

Mi estimada jugadora, vendedora de ilusiones, quisiera comprender cómo haces para que aun viendo el talón de aquiles en nuestro encuentro sigo adelante sin importar que llegue el punto de quiebre. Contigo viajo en una nube de la que siento voy a caer, una nube que a veces no luce más que como un algodón de azúcar que un niño dejó caer... A veces deseo tener en mis manos la máquina del tiempo que me permita verte en un futuro, saber si las promesas serán cumplidas o si mi corazón habla con la verdad al decirme que estoy sentado en una banca de banas ilusiones. No sé distinguir el amor de la locura que me invade por tu piel y tu sonrisa, no sé cómo entrar en razón cuando me miran tus ojos, pero tampoco sé si estoy yo mismo amando o si este miedo constante me convierte en el verdadero jugador. Me declaro vulnerable a tus caricas, víctima perfecta de tus besos en mi alma, atento perdedor ante tus incumplidas promesas de que todo cambiara, hoy vivo en una más de ellas, esperando una vez más abrir los ojos y ver que te has enamorado sin lugar a dudas...

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