sábado, 19 de noviembre de 2011

Declaración de mi humanidad

A veces se me olvida cómo son las cosas, a veces una luz me deslumbra y me impide ver, yo creí que era el sol, pero dos pasos atrás pude ver ese gran reflector que construí yo mismo. Esta noche, ciego, atontado por una droga que vive en mi espiritu, carente de fuerzas y perdido en el bosque de unas ilusiones que he dejado de sentir mías, así, mal herido, respiro; algo deben dejarme los años, ya no puedo hacer lo mismo que hacia antes, ahora seré yo el dueño de mi caballo. Desde aquí, desde este rinción donde siempre he viajado, buscaré refugio en mi guarida, iré a un lugar lleno de pingüinos, me recostaré en el hielo hasta que mi corazón grite de dolor. Esta vez dejaré que duela, aun siendo fuerte puedo sentir, y siento, siento que la vida se detiene y un dolor que nace de la tierra me atraviesa entero. Aquí me quedaré, mirando mi dolor, asumiendolo como es, sintiendo como toca hasta el último de los dedos de mis pies, viviendo esta forma de morir, perdiendo... A todos los que ven virtud en mí les digo, que este soy yo, completo, humano, errante, sensible, herido, y hoy me daré permiso de caer. Si, soy luz y como todos sabemos, toda luz tiene su sombra... así que me quedo aquí mientras pasa la tormenta, y sentiré... y responderé con la verdad, y perderé la calma, y lloraré, quizá hasta consiga gritar... y cuando mi alma esté sana de nuevo, volveré, brillaré, soñaré... primero, pongamos fuera este dolor. Yo soy, y me duele.

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