domingo, 25 de diciembre de 2011

El faro

En la piel del mar se dibuja la sombra del faro que se ocupa la noche entera en dibujar su silueta desde todas partes. Nadie sabe si ha nacido deseando ser el guía de todas aquellas embarcaciones, no podremos jamás preguntarle si prefiere acaso ser un pisapapeles o un peñasco. Todos los marinos agradecen su existencia cuando en la penumbra ven su luz que les conduce, los aparta del peligro, les anuncia la buena nueva de su próxima llegada. Y así, todos han de llegar dando las gracias, y al marcharse no podremos escuchar un hasta pronto, ha dejado de ser aquel que daba tanto gusto saludar. Así transcurre la vida de los hombres, uno tras otro vamos siendo marinos y faros en la vida de los demás, uno tras otro vamos quedándonos quietos y zarpando de vez en cuando, vamos tocando al mar y el mar nos llena de caricias, caricias que con el tiempo lastiman nuestros cimientos. Noche tras noche tratamos de hacer competencia con la luna, algunos, más humildes, aprendemos de ella; y a la llegada del sol nos echamos a dormir para dar paso a la vida del hombre. 

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