martes, 20 de diciembre de 2011

Somos, fuimos...

En el fondo de un vaso vacio, sin importar cuantas veces lo sirvas y lo derrames en tu boca, siempre queda al última gota de un vino amargo. A golpes de vida aprendí no pretender un encuentro de amantes donde ni siquiera hay amigos. Claro está que nos envuelve el cariño y quizá hasta un tanto de agradecimiendo por la compañía o algunas lecciones aprendidas, pero no son amado y amante aquellos estando al rededor de una botella de vino no se sonrojan, no se dedican miradas, no sienten arder un deseo en sus vientres. No te confundas ángel, acostumbrarte a alguien no es amarlo, el amar es innegable, salta a los ojos, vive en el alma y respira en el cuerpo, no te confundas demonio, no es lo mismo amar que sentir odio, no es amor aquello que lleva al otro e incluso a tí mismo a cualquier infierno. Qué más quisiera yo que nosotros fuesemos amantes, pero abro los ojos y veo esa niña que apenas y resiste sostener mi mirada un par de segundos, aquella a la que mi deseo asusta, la que no salta sobre mi cuerpo en las madrugadas, no somos ni amigos, no somos amores, ni amantes. Somos quizá compañeros de un camino, momentos en el destino, maestros, aprendices, jardineros o artistas, pero nada más. Si aun siendo dueños del tiempo y de la noche, preferímos el mundo de los sueños, si en el pasado quedó esa madrugada que pasamos juntos y alegres de estar despiertos para vernos, escucharnos y sentirnos, entonces vida mía, somos historia, fuimos magia, somos nostalgia, fuimos fuego, somos cenizas volando en búsqueda de un nuevo camino.

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