viernes, 6 de abril de 2012

El lenguaje y el despertar social

Suelo decirle a la gente que para solucionar un problema, primero hay que ver que existe. Siempre uso el mismo ejemplo, me paro frente a todos, estiro la pierna izquierda hacia un lado (el izquierdo) y dirijo mi mirada hacia el lado contrario. Les digo entonces que si algo muy grande y pesado cayera sobre mi pierna y mi cuerpo colapsara por el dolor y yo dejase de sentir mi pierna, entonces no podría saber lo que suceda a menos que voltee a ver, podré estar desangrando, pero como no siento porque mis nervios al sentir mucho dolor se desconectaron, no me informan. Esa mirada que hace falta para ver que algo sucede con mi pierna, yo la equiparo con la conciencia, con el darnos cuenta, sólo hasta que podemos ver que algo sucede es cuando tenemos la posibilidad de buscar opciones para solucionarlo, y siempre digo que quizá al principio serpa muy difícil ver mi pierna herida, sangrando, quizá en ese momento sienta dolor el percibir con los ojos lo que sucede, o me de un ataque de pánico o no sé... pero después, cuando logre respirar, cuando el llanto haya cesado o cuando mis gritos hayan atraído a alguna persona, entonces podré hacer algo, quizá pedir ayuda, o mover aquello que está sobre mi pierna, aplicar un torniquete para que deje de sangrar, mientras yo no la vea, no puedo hacer nada por salvarla o salvarme, pues de seguir así, aunque yo no vea, ni sienta nada, las cosas siguen pasando y puedo perder la pierna y hasta la vida. 

Ahora bien, qué pasa a nivel social, cómo funciona, es un poco diferente cuando somos muchos la mirada no es suficiente, porque cuando somos más de uno necesitamos hablar entre nosotros para decirnos lo que pasa, en lo social, la conciencia parte del lenguaje, las cosas que pasan hay que nombrarlas para darle existencia entre nosotros, incluso para hacerlas cuestionables, cuando hablamos de algo, cuando lo ponemos sobre la gran mesa de la sociedad, se vuelve perceptible, podemos saber que existe y decirle a otros que existe, y no sólo eso, sino también podemos saber cómo existe y entonces hablar sobre si la forma en la que existe es la única en la que puede existir, desde cuándo existe, cómo surgió, dónde existe, para qué. Mientras no nos atrevamos a nombrar, mientras sigamos dando pie a la cultura del simulacro donde todo parece pare nada "es", seguiremos cazando fantasmas y no podremos atender lo que realmente nos esta haciendo sangrar, aquello que nos lastima y nos puede llevar a perder todas las piernas sociales que tenemos o a rechazar la posibilidad de tener nuevas piernas. 

Nombremos, hablemos de lo que pasa, hablemos de cómo lo vemos y lo vivimos, hablemos de nosotros y escuchemos a los otros, encontremos en el compartir las posibilidades. El silencio a legitimado muchas cosas que nos lastiman como la violencia, hablemos con nosotros y entre nosotros, hablemos para relativizar muchas de las normas sociales que nos hacen daño, como el estigma y la discriminación. Habla conmigo, yo quiero hablar contigo. 

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