domingo, 8 de abril de 2012

La luna en mis días cotidianos

Duermo con la prisa del mañana, no un mañana cualquiera, sino uno que abre las posibilidades del encuentro. Sueño con tu presencia, múltiples colores te acompañan y yo me regocijo en tu mirada que construyo al soñar en varios sentidos. Despierto y repaso lo soñado queriendo encontrarte y tenerte aquí, conmigo, frente a mí. Me levanto y al emprender mis labores me encuentro tus letras, sorpresivamente un torrente de lágrimas asalta mis ojos y todas las palabras que quisiera decirte se aglomeran en mi garganta; acomodo unas cuentas y las mando de regreso.
Vivo con la cabeza en la luna, repasando su contorno, llenando sus cráteres de agua para nadar en ellos, flotando más que caminando por la falta de gravedad que hacen elevar mis pies del suelo cuando creo que tras el encuentro todo es posible. Vivo con su brillo nocturno y sus repentinas apariciones diurnas, quiero llamarle del modo que mi corazón le llama. Soy el astronauta más perdido de la tierra, son un vagabundo de tu alma que prefiere la vida del sueño donde suele encontrar tu mirada, tu voz, tu sonrisa. Soy el que aprovecha la brisa para enviarte una caricia. 

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