viernes, 17 de septiembre de 2010

Y le pregunté de frente sosteniéndola del brazo izquierdo con cierta desesperación...

- ¿Si quiera conoces mis besos? ¿Me has visto en el peor de mis días? ¿Sabrás acaso amar todos mis demonios? No hables de lo desconocido, no enuncies palabras que parten de la nada, porque nada eres a mis ojos...

Se soltó de golpe y se fue llorando...

Mi mandíbula parecía querer quebrantar una barra de hierro y mis ojos plenos de sangre en los pequeños vasos terminaron por estallar en llanto... Pasé la noche en una sola escena, sus ojos puestos en mí durante aquel primer encuentro, todo como una foto enmarcada en un hermoso cuadro que terminaba por romperse como roto estaba mi corazón en ese momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario