martes, 8 de mayo de 2012

Mezcla para ser feliz

Con el paso de los años uno aprende a moderarse en ciertas cosas, a veces, a mis casi treinta, no lo creo conveniente, pues creo que perder el control en ciertos ámbitos de la vida puede resultar bastante productivo, no lo sé, mientras escribo pienso y me contradigo. Quizá no tengan idea de qué les estoy hablando, bien, hace unos años yo solía ser de esos que se dan, de los que se entregan, de los que irradian cierta energía tan sólo de pensar, soñar o imaginar. Tengo varios ejemplos de eso, me enamoré y sentí como el universo convergía en el pecho de una sola persona, solía imaginar escenas de nuestras vidas juntos, dejaba todo por un rato a su lado. Hicimos el amor en la alberca, en la playa, en mi coche, en el coche de alguien más, en mi coche en movimiento, en moteles, en mi casa, en la suya, en mi cama y por supuesto en la suya, en la sala, en un parque, lo hicimos estando solos, con gente en la habitación conjunta, con gente en la misma habitación, lo hicimos de noche y de día, de madrugada y por la tarde, lo hicimos todo el día, lo hicimos en varias ciudades, lo hicimos rápido, lento, romántico, a oscuras, con velas, con la luz encendida, con la tele encendida, con música, en silencio, lo hicimos enfermos, sanos, cansados, de luto. Yo sabía hacer todo eso porque mi espíritu tenía pocos límites en cuanto al amor se trataba, ahora, tan solo un poco más grande, ya no tengo tiempo y a veces ni ganas de hacer el amor, mis "prioridades han cambiado".

Antes, ponía toda mi fe en que algo iba a salir, en que si participaba iba a ganar, en que sabía cómo ser el mejor, concursaba en todo, participaba, hablaba, hacía, iba y venía, generaba opciones, ahora, conforme he ido viendo como funciona el mundo he aprendido a callar, a sentir con moderación, a emocionarme por cuotas breves, a conservar la calma. 

No parece tan malo, me concentro mejor, estoy quizá un poco más seguro, me arriesgo menos... 

Pero qué estoy diciendo... la verdad es que daría lo que fuera por saltar de emoción aunque mañana tenga que decepcionarme, por sentir como vibra y resuena este sueño y este deseo que tengo dentro; en lugar de eso me he ganado un dolor de cabeza por contener la gloriosa imagen de un triunfo que espero con ansias, y contenerme no elimina la expectativa de lograr aquello que realmente quiero. 

Es verdad, al paso del tiempo vamos aprendiendo, y en el aprender algunas cosas sacrificamos otras, algunos nacemos para ser soñadores, y la seguridad a veces suele ser sinónimo de atadura, tengo que aprender a triunfar teniendo fe plena en mí, tengo que soñar con todo mi cuerpo y gozarme en la idea de que aquello que quiero realmente es posible. 

Quiero recuperar el sabor de las frutas, el olor de las flores, lo cálido del sol, la caricia del viento y el brillo de las estrellas, con ello haré un conjuro que me permita sentir, que me lleve a vivir de aquella ingrávida manera. Voy a mezclarlo todo hasta que me sepa a vida, hasta que destile amor, hasta que aprenda de nuevo a sentir en mi cuerpo un rayo que me recorre y sienta esos nervios cada vez que me voy a atrever a algo, porque me quiero atrever, quiero hacer realidad mis sueños poniéndole imágenes cada día, imágenes nítidas que me indiquen el camino, quiero conservar la locura, esa locura del mago y la del artista, la locura del amante, la del niño, la del animal, la de los cuentos, esa locura que a veces se parece a la felicidad. 

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