lunes, 30 de mayo de 2011

Confesión

Voy a confesarte la verdad, una verdad que dejará todas mis defensas vulneradas, cuando siento tus manos por mi cuerpo, y tus labios inundando mi boca, ante el más mínimo roce de tu cuerpo, mi alma se eleva al paraíso, cuando el amor se nos escapa por los ojos y el beso se confunde con sonrisa, cuando amar más ya no es posible y eres, para mí fortuna, una dulce realidad; cuando la luz de la mañana te adorna la piel y por las noches entre las sombras eres en tu sueño bella escultura, cuando ya no cabe en mi pecho más ternura pues despertaste con tu caricia mi corazón en llamas; cuando mi mano se convierte en viento y acomoda en desorden tus cabellos, sólo para poder mirarte mientras me amas, cuando me amas, eso es, cuando me amas yo soy de ti, tuyo completo.

Tal vez cuando esto sepas te sientas poderosa, tal vez quieras vivir en el reino de mis brazos, y ser dueña y gobernante de este alegre siervo, que así alegre vive regocijandose entre lo pequeño de tus dedos, perdido en tu infinita espalda, hipnotizado siempre por el balancear de tus caderas, amante de recorrer tus largas piernas.

Quizá de ahora en adelante sepas mujer que cuando extiendes tus manos hacia mi y alcanzas mi cuerpo, es mi alma la que salta y con un erizar de piel te corresponde, que cuando endulzas tu voz y apuntas tu mirada, soy un diente de león que vuela con la fuerza de tu viento, así me tienes, me tumbas, me levantas, puedo recorrer contigo el extenso territorio de mi cama.

He dicho aquí mujer toda la verdad de mi ahora indefensa alma, si has de dirigir hacia mi tur armas, que sean tus caricias, tus besos, tus palabras, y así fusilado he de morir totalmente satisfecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario