miércoles, 25 de mayo de 2011

Conozco las inflexiones en la voz de los que mienten, por pequeña que sea la mentira lo sé distinguir en su esquiva mirada y sus tiritantes explicaciones. Reconozco el chantaje a que los lleva la poca certeza de sus palabras, comprendo, más no perdono que sabiendo que sus palabras no resuenan desde lo más hondo de su pecho se animen a pretender verse beneficiados por mi credulidad.

No quiero parecer un cazador de aquello a lo que todos en su momento recurrimos, sólo que hoy los recuerdos y evidencias han sido crueles con el roto corazón que habita en mi pecho. Quisiera volver a los días en que la memoria no guardaba tanta basura y podía verte con mis ojos limpios sin dudar, creyendo las dulces palabras que en aquel entonces fueron el arma con que hoy muere mi alma.

No sabes cuanto deseo que un día llena de valor te enfrentes a ti y me golpees tan fuerte con la verdad que aniquiles el dolor y me obligues a admirar en ti la más pura honestidad. Perdoname si hoy suspiros, sólo serán algunas horas en lo que recobro la cordura o me pierdo en las trivialidades que me ocupan cuando no logro concentrarme. Volveré a ser el mismo, espera, volveré y seré mejor, preparate. Y con el corazón te lo pido, perdóname.

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