martes, 7 de junio de 2011

Aquella noche

Mi corazón latía tan fuerte que sacudia la cama como si debajo de mi hubiese un fuerte sismo, podía sentir mi pecho como una puerta ante la desesperación de un amante golpeando con apuro para encontrarse con su amada, quizá incluso para salvarle la vida. Latía tan fuerte que podía sentir como hacía correr mi sangre a toda velocidad provocando dentro mío un incontrolable fuego, el centro de la tierra era entonces mi interior, podía escucharlo retumbando en mis adentros y haciendo eco en las paredes de la habitación, quemaba al punto de evaporar las lágrimas incluso antes de salir, poco a poco me estaba convirtiendo en cenizas, poco a poco me consumía y yo sin poder si quiera despedirme, hubiese querido detenerlo, pedirle una pausa para respirar y quizá una brisa de aire fresco me hubiese devuelto la vida, pero nada sucedió. Cuando finalmente abrí los ojos estaba al borde de una nube, ya no sentía aquel fuego, ya no había ruido alguno, nada temblaba ni ardía, todo había terminado aquella noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario